miércoles, 16 de julio de 2008

Relato de la intervención

La murga en la escuela

En el marco de las prácticas de intervención que plantea la cátedra Comunicación/Educación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP es preciso destacar diferentes cuestiones que hicieron a la particularidad de tales prácticas. Desde el lugar en el que se dieron, el grupo con el que se trabajó, cómo se llegó a la propuesta de intervención, cómo se materializó y en qué me modificó a mí como comunicadora social.

En primer lugar, es indispensable aclarar que el espacio de prácticas asignado por la cátedra fue la Escuela Primaria Básica N°66, ubicada en 117 entre 40 y 41. Allí se asienta desde 1933, en pleno corazón del llamado Barrio Hipódromo. En este barrio habita una moderada cantidad de habitantes, además del recinto hípico, una importante cantidad de studs, y, a escasos 100 metros del colegio, el Bingo de la ciudad. De este modo, la zona pareciera configurase en torno al mercado del juego. Se trata de un barrio típico platense, con una población de clase media empobrecida que aún intenta aferrarse a sus antiguas marcas de pertenencia, hoy casi invisibilizadas ante la pauperización social.

Sin embargo, pese a estar ubicada en Barrio Hipódromo, los alumnos que concurren a clases no pertencen a este barrio. Algunos provienen de Barrio Aeropuerto, Villa Elvira, Olmos, Berisso, entre otros. Además de esta, son varias las particularidades de la escuela. En primer lugar se trata de un colegio que cuenta con una matrícula de alrededor de 170 chicos, lo cual hace que los cursos sean reducidos: También, es preciso aclarar que cursan una jornada de doble escolaridad de ocho horas; asimismo, desayunan, almuerzan y meriendan en el establecimiento.

En cuanto al grupo de chicos, de entre 9 y 11 años que cursaban el cuarto año, con que nos encontramos en la práctica hay diferentes aspectos para destacar. En primer lugar, pese a ser un grupo reducido, formado por chicos que provienen de diferentes barrios y considerando que muchos de ellos son nuevos en la escuela fue impactante la fuerte identidad de grupo con la que contaban. En segundo lugar, otra cuestión que nos despertó la atención fue el echo de que, si bien se trataba de un grupo sin graves problemas de conducta o expresiones de falta de respeto entre sí, les costara escucharse a sí mismos y se manifestaran más a través del cuerpo que verbalemtente. Es decir, notamos ciertas dificultades para verbalizar atravesamientos propios de las formas de vida de los chicos.

En función de potenciar esa identidad grupal y favorecer a la verbalización de lo que se dice con el cuerpo es que pensamos en una intervención que se relacione de alguna manera con sus gustos y les permita expresarse. De esta forma, indagamos en ellos sobre sus gustos y un día nos recibieron con una murga improvisada con bancos y mesas que hacían las veces de bombos y redoblantes. En ese momentos supimos que lo que ellos nos pedían es que trabajáramos en conjunto para materializar algún tipo de manifestación artística en la que se sientan identificados y cómodos como grupo.

En este sentido, la práctica fue enriquecedora en la medida en que nos aproximábamos más al universo vocabular de los chicos y también en la medida en que entablábamos una relación de construcción colectiva donde cada cual aportaba su granito de arena. Fue así que, en un ambiente en el que ellos mismos habían puesto reglas de convivencia (como por ejemplo: no pegarse, escuchar al otro, levantar la mano para hablar, no insultarse, etc) que pudimos construir la letra de la canción que los identifica a ellos como chicos del barrio.

Por otra parte, como comunicadora me dio la pauta de que es posible establecer unos lazos de confianza y entrar en los juegos del lenguaje y de poder en los que se manejan los chicos. También me hizo reflexionar sobre la importancia de una escucha activa y atenta a lo que ese otro me está diciendo y tal vez me quiere decir pero le cuesta verbalizarlo. Asimismo, la importancia del juego para el trabajo con chicos tan pequeños y tan diferentes a lo que en otras prácticas he vivido.

Particularmente, había llegado con una serie de prejuicios que se fueron borrando en la medida en que se profundizaba el reconocimiento del grupo. De esta forma, lo que pensaba antes de llegar al colegio era que me resultaría muy difícil trabajar con nenes tan pequeños y en un colegio en el que cursan ocho horas seguidas, sumado a las noticias sobre violencia escolar y a la primera impresión de abandono y miedo que me había provocado la primer visita a la escuela, me hacía pensar en un panorama un tanto desalentador.

Sin embargo, me quedo con la satisfacción de haber podido relacionarme con esos chicos de una forma amena, sincera y desde una perspectiva de respeto y compromiso. Lo cual posibilitó una práctica muy productiva y estimulante para las dos partes. Así como también el tendido de lazos de identificación fuertes con el grupo, de tal modo que nos esperaban por hora y por minuto, nos saludaban desde el micro y siempre se mostraron alegres y afectuosos con nosotros.

Entre tanto, cabe resaltar la importancia de la perspectiva de educación desde la comunicación que estuvo presente en tal práctica. En este sentido es preciso considerar que “Comunicación/Educación significan un territorio común, tejido por un estar en ese lugar con otros, configurados por memorias, por luchas, por proyectos. Significan el reconocimiento del otro en la trama del “nos-otros”. Significa un encuentro y reconstrucción permanente de sentidos, de núcleos arquetípicos, de utopías, transidos por un magma que llamamos cultura.”[1].

En este sentido también es importante resaltar el rol que tuvo la comunicación en el proceso de intervención. En este caso cuando hablamos de proceso, hablamos de un momento de producción en conjunto y esto remite a la idea de iniciar un proceso esta relacionada con un “hacer colectivo” o sea “hacer entre todos y desde todos”.En este punto la comunicación nos permite relacionarnos, encontrarnos, acercarnos, compartir, enredarnos.

Cuando nos comunicamos ponemos en común, construimos con otros. La comunicación es un herramienta fundamental para la construcción y fortalecimiento de la redes de relaciones, porque facilita el diálogo social, la puesta en común de saberes, la articulación de acciones y proyectos en conjunto y la posibilidad de acuerdos entre las distintas personas que lo involucran.

La comunicación nos sirve para generar diálogos y fortalecernos como individuos, como comunidad generando espacios para participar, construir, aportar, compartir.

Compartir implica acuerdo y entendimiento. Aceptar las diferencias, para que se produzca el encuentro en los puntos en común que nos preocupan, que deseamos resolver, que buscamos modificar, que nos movilizan.

Por otra parte, intervenir desde la comunicación/educación implica estar abierto a las demandas del otro y lo que el otro me pueda decir, a lo que podemos construir en conjunto complementando a través del diálogo de saberes para la transformación de la realidad.




[1] Huergo, Jorge. "Comunicación y Educación: aproximaciones"




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